domingo, 21 de mayo de 2006


EMILIO KOMAR

In memoriam
(1921-2006 )


Emilio Komar falleció el 20 de Enero a los 84 años, a los nueve meses de la muerte de Juan Pablo II, de quien era coetáneo (menos de un año menor), y con quien compartía algunos rasgos llamativamente similares, físicos y espirituales. Un común humus, genético y cultural, los alimentaba: ambos eslavos, ambos representantes genuinos de la gran tradición cultural centro europea. Komar nació en Ljubljana el 4 de junio de 1921, sus padres fueron Ludovico Komar, militar retirado del ejército hasbúrgico, y Cecilia Blazic. Cursó estudios primarios en Skopje Lok y luego en Ljubljana. En esta ciudad completó estudios secundarios con orientación clásica y, a partir de 1939, universitarios en Ciencias jurídicas. Continuó estos estudios en Italia, en la Universidad de Turín, donde recibió el título de Doctor en Derecho en 1943. Tuvo grandes maestros filosóficos en ambas universidades: En Ljubljana Josip Turky y Eugen Spectorsky, en Turín Fran Waland, Giusepe Gemelaro y Carlo Mazzantini. Fue un destacado dirigente estudiantil católico colaborando además con escritos en diversas publicaciones. obteniendo un premio por un trabajo académico.

En los comienzos de la segunda guerra mundial combatió como oficial del ejército real de su patria. Se transformó más tarde en colaborador inmediato del gran líder esloveno J.Kralj. Participó entonces en arriesgadas tareas de la heroica resistencia civil contra la dominación fascista primero, nazi y comunista después. En medio de estas vicisitudes contrajo matrimonio en 1944 con Majda Ahcic, su compañera y mentora de toda la vida, con quién tuvo dos hijas en Europa y cuatro hijos más, dos varones y dos mujeres, en la Argentina. La evolución de los acontecimientos políticos lo llevo a emigrar a Italia en 1945. Definitivamente anexado su país al bloque comunista decidió, luego de considerar diversas opciones (Suiza y Estados Unidos entre otras), venir a establecerse en la Argentina con su mujer y sus hijas en 1948.

Vista desde la perspectiva de los años pasados esta decisión nos manifiesta el misterio de la conjunción de la Providencia de Dios y la libertad de los hombres. Cincuenta y ocho años de vida entregada sin concesiones, hasta extremos heroicos, a su vocación cristiana, humana, familiar y académica, constituyen un aporte a la cultura católica de la Iglesia y de nuestra patria, que nos tomará años valorar en sus verdaderas dimensiones. Resulta imposible reseñarlo en estas líneas, baste subrayar los rasgos de genialidad: originalidad creativa y magnitud sobrehumana del esfuerzo realizado. Son ,entre otros tantos, ejemplos de esta originalidad creativa: sus investigaciones sobre el racionalismo, que lo llevan a una fundamental reperiodización de la historia de la cultura moderna; el
desarrollo de un personalismo ético y metafísico alimentado en las fuentes de un tomismo genuino y existencial; su actualización permanente, siempre profunda y esclarecedora, de los problemas y autores de la cultura contemporánea y el contacto viviente con la cultura clásica, griega y latina, que dominaba y amaba.

La transmisión de esta sabiduría dio lugar a una tarea docente de asombrosa magnitud: Habilitado como Profesor de Filosofía y Pedagogía en el Instituto de Profesorado del Consejo Superior de Educación Católica, fue Profesor de Ética y de Filosofía Moderna en la Universidad Católica Argentina; Profesor de Filosofía y de Lenguas Clásicas en varias Instituciones y Profesorados y en el Seminario de San Isidro; incontables cursos para abogados, ingenieros, médicos, psiquiatras y psicólogos; y aquello que él llamaba su “género literario propio”, el curso o cursillo filosófico ,con una metodología pedagógica personal, abierto a los auditorios más amplios y diversos. Se conserva, gracias a la devoción de una colaboradora, registro magnetofónico de cerca de trescientos de estos cursos y se calculaba hace algunos años en aproximadamente más de treinta mil personas su audiencia. Estos cursos des grabados, así como otros escritos, están siendo paulatinamente publicados por sus discípulos agrupados en “Sabiduría Cristiana”, entidad dedicada a la conservación y difusión de la obra del maestro y de su escuela.

Porque uno de las contribuciones de esta entrega a la docencia es la formación de una “Escuela de Komar”, cada vez más importante en su número y en la calidad y riqueza de sus contribuciones académicas. Una característica distintiva de ella es el común y espontáneo sentir de sus miembros de pertenecer a una gran familia, que se une a la de sangre en la irradiación de la fecunda paternidad del maestro. Estos hechos, junto con muchos otros que no puedo reseñar en este espacio, permiten vislumbrar la importancia del magisterio de Komar para la cultura argentina. Poco tiempo después de su llegada tomó un fructífero contacto con los hombres de los Cursos de Cultura Católica (César Pico el primero) y tanto ellos como Komar supieron valorarse rápidamente. La identificación profunda y explícita de Komar con el espíritu de los Cursos y su significación para cultura católica argentina explica, desde la perspectiva de los años, que Komar y su escuela constituyan hoy entre nosotros una continuación importante del legado de los Cursos.

Komar fue Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Católica Argentina durante los años 1981 y 1982. El Consejo Superior de Educación Católica le otorgó en 1988 el premio “Divino Maestro”. En 1992 el Papa Juan Pablo II lo nombró Caballero, en el grado de Comendador de la Orden de San Gregorio Magno en reconocimiento por los importantes servicios prestados a la Iglesia. El Obispo de San Isidro, Monseñor Jorge Casaretto le entregó esta designación, que había propiciado, en una ceremonia en la Catedral Diocesana. Desde 1995 fue, junto con el filósofo español Julián Marías, uno de los dos miembros de honor de la Asociación Médica Argentina. En 1998 recibió una condecoración del Arzobispo de Ljubljana, Dr. Franc Rode, por la trayectoria de toda su vida.

La severa enfermedad crónica de Komar (una diabetes insulino-dependiente), fue hiriendo gradualmente su salud mientras mantenía inalterable su ritmo sobrehumano de trabajo. Las descompensaciones se fueron haciendo mas frecuentes e intensas en los últimos años, en particular luego de su retiro de la Universidad Católica, a la que se vio obligado a renunciar en todos sus cargos frente a conflictos derivados de miserias, humanas que dolorosamente sobrevienen en la vida de las instituciones. La gravedad de su cuadro hizo temer, con fundadas razones, por su vida. Este hecho dio lugar a un extraordinario movimiento de solidaridad y de toma de conciencia que puso de manifiesto la magnitud del alcance de su magisterio y la profundidad de su penetración en los corazones. Se preparó un volumen de homenaje (“Vida llena de sentido”), con colaboraciones de una amplia gama de discípulos, que fue presentado en un emocionante y multitudinario acto en la Biblioteca Nacional a fines de 1999.

A partir de este momento los acontecimientos se fueron desarrollando de manera significativa. Se fundó “Sabiduría Cristiana” entidad hoy transformada en Fundación, encargada de recoger, preservar y difundir el pensamiento de Komar y de su escuela y que lleva a cabo desde entonces una intensa actividad de clases, cursos, simposios, reuniones anuales y publicaciones. Komar fue el centro de la mayoría de las reuniones anuales dictando clases memorables que convocaron a grandes auditorios. Gracias a la dedicación fervorosa de dos de sus discípulas, Guadalupe Caldani de Ojea y Marisa Mosto de Etchebarne, comenzó el trabajo esforzado de trascripción y edición de los cursos conservados. Hasta la fecha se han editado ocho cursos de variada duración en otros tantos volúmenes y el trabajo sigue adelante sin prisa y sin pausa. Comenzó a tener cumplimiento así el deseo que expresé en 1996 en la presentación del volumen “Orden y Misterio”: “El magisterio asombrosamente fecundo de Komar reclama su registro escrito”, y, mas adelante, subrayaba la “urgente necesidad” de esta tarea y agregaba: “Esta es una tarea de gran aliento que de ninguna manera le compete con exclusividad al Dr. Komar sino, mas bien, a todos sus discípulos.”

De manera convergente se fue produciendo en los últimos años un reconocimiento creciente de la obra de Komar en su patria, Eslovenia. Había escrito en su idioma casi un centenar de ensayos, meditaciones y editoriales en diversas publicaciones del exilio. Al recuperar Eslovenia su libertad y proclamar su independencia en 1991, este reconocimiento cobró renovado impulso. Su amigo Zorko Simchiz , destacado escritor y poeta, regresó a ella con su familia y contribuyó de manera eficaz a este propósito. Komar viajó allí por primera vez después de haber emigrado, tomó contacto con intelectuales y dirigentes, y pronunció luego una importante conferencia sobre actualidad de Santo Tomás en la Universidad del Sagrado Corazón de Milán, especialmente invitado por Don Luigi Giussani, fundador del conocido movimiento “Comunione e Liberazione”. Desde Eslovenia enviaron a la Argentina, por períodos, grupos de jóvenes universitarios para que se formaran con él. Su libro “Orden y Misterio” fue traducido y bellamente editado con un estudio crítico de un destacado filósofo esloveno en el que reconocía a Komar como uno de los dos más grandes filósofos católicos eslovenos del siglo trascurrido, subrayando que Komar descollaba por la calidad y la belleza de su estilo literario. Fue nombrado Profesor Honorario de la Universidad de Lubjljana y, un mes antes de su muerte, miembro vitalicio de su Senado Académico, máxima distinción esta que lo hizo feliz y coronó como broche de oro la parábola de su vida y de su obra.

Cabe referirse, para terminar, a la última y definitiva lección de esta vida: la manera ejemplar con que aceptó su enfermedad con sus dolorosas limitaciones y el espíritu indomable con que siguió sirviendo a su misión de maestro hasta el último aliento. En este final, en este tránsito triunfal a la consumación y plenitud de su vida, se pone en evidencia también, de manera patente, ese misterioso parentesco espiritual con Juan Pablo II que mencionamos al comienzo de esta nota.

El Señor me concedió la gracia de poder despedirme de él un día antes de salir de vacaciones, el 3 de Enero, a pocos días de su descompensación final, que sobrevino el 6. Había cumplido cincuenta años de ser su discípulo y amigo Quedó viva en mi corazón la imagen de profunda serenidad y bonhomía que irradiaba su persona. Me cuentan quienes lo acompañaron ya muerto que esta imagen se hizo aún más patente en su rostro, como si quedara trasuntada en él la dicha y la paz de la primera visión de su encuentro con el Padre.

Carlos Velasco Suárez
Febrero de 2006

domingo, 14 de mayo de 2006

Emilio Komar. "La comunicación: el otro en cuanto otro"

EL OTRO EN CUANTO OTRO
Emilio Komar
(Apuntes de una conferencia dada en San Isidro el 4 de septiembre de 1998)

Quien comenzó a tratar el tema de la comunicación fue Jean-Paul Sartre. Parte de su famoso pesimismo es, precisamente, la incomunicación. En uno de sus escritos, están encerrados en un mismo lugar un hombre y una lesbiana, cuyo mayor tormento es la obvia incomunicación que surge de sus respectivos gustos.
La literatura post-moderna vuelve al tema de la incomunicación de esta “no-sociedad”. “La masa es anti-sociedad”.
Hoy en día nos vemos rodeados de un vertiginoso crecimiento de las comunicaciones materiales: fax (perdón, eso es ya antediluviano), Internet, etc. ... Pero sin embargo falta comunicación humana. Fijémonos en la pérdida de los vecindarios: ya no están los almacenes, los mercaditos, esos centros “chismológicos” que unen a los vecinos. Hoy vive la gente más aglomerada, pero más incomunicada: no sabemos quiénes ni qué son nuestros vecinos.
Para comenzar a hablar de este tema, es preciso partir de la base de que la realidad es creación. Tengámoslo en cuenta.
Hablando de la “no-sociedad”, la filosofía política polaca dice que la sociedad debe ser la “familia de familias”. Y es verdad. En una familia cada miembro se ayuda.
La comunicación material -hoy en apoteosis- no basta. “El corazón habla al corazón”, dice el Card. Newman. La comunicación debe ser interior, afectiva, no material.
Un artículo de una revista europea decía, no hace mucho tiempo, que la cotidianeidad es igual a la banalidad. No. Lo cotidiano no es necesariamente banal. Lo analizaremos.
Recordemos ahora lo de la creación.
“Toda cosa está situada entre dos intelectos: el uno creador, el otro que conoce, que contempla.” La relación entre dos entes (lo que es), no sólo entre personas sino entre una persona y una cosa, debe ir más allá que un trato utilitario, que un trato de persona a “objeto”. Debemos ahondar la relación hasta llegar al intelecto creador. Eso hacemos al descifrar una obra de arte: llegamos al intelecto del artista. Entonces le vemos el valor a esa cosa, le vemos su sentido, y de ahí, de ver esa cosa como “apetecible”, queremos adquirirlo. (Pues es falso que la voluntad se mueve a sí misma; la voluntad muévese siempre arrastrada por un valor o un bien.)
¿Cuándo caemos en la banalidad? Cuando no le vemos a las cosas su valor, estético o no. Caemos en la rutina: la realidad es aburrida. Es nuestro deber el no terminar en la banalidad; en todas las cosas debemos ver criaturas de Dios, que en eso tienen su valor.
Hay un salmo que dice: “Dios plasmó los corazones uno por uno.” Y es cierto. Todos tenemos una “pepita de oro”, que puede estar límpida y pulcra, o bien roñosa. Pero siempre está. Y por eso valemos.
Según Víctor Frankl, el enamoramiento consta en descubrir en el otro esa “pepita”.
Les voy a contar una anécdota interesante: en la Alemania de luego de la Gran Guerra, una ola de alcoholismo sacudió al país. Varias agrupaciones católicas tuvieron una ocurrencia de preciso y excelente tino: en vez de tratar a los borrachos (casi siempre hombres cansados tras crueles jornadas de trabajo duro en fábricas), fueron casa por casa, para hablar con las mujeres de ellos, alentándolas a que pusieran flores en la casa, a que se arreglaran para recibir bien a sus maridos, etc. . ¡Éxito rotundo! Hay que hacer de nuestras casas hogares cálidos, humanos. No hogares “lindos”, pero hechos en serie: hogares auténticos. Sólo en un ambiente de calor el corazón se abre. Sólo cuando nos sentimos amados en serio, cuando tenemos confianza en el otro; y esto se da cuando éste confía en nosotros. ¡Es tan difícil confiar hoy!
El amor no existe si estamos buscando una satisfacción sensual. Bien. Pero el amor tampoco se da cuando buscamos una satisfacción afectiva. O sea, cuando vamos hacia el otro porque junto a él, yo me siento bien: porque habla tan bien, dice cosas tan lindas, etc.. De esa manera no penetramos en el otro. Sólo la inteligencia (el espíritu) puede hacerlo.
Si vemos esa “pepita de oro”, los rasgos exteriores feos del otro, se tornan lindos.
Debemos hacernos “otros en cuanto otros”. Esta frase pertenece a un discípulo de Santo Tomás de Aquino, Juan de Santo Tomás.
No debemos reducir, traducir lo del otro a lo nuestro. así no se conoce. El conocimiento realista sale de sí mismo: trata de comprender.
Un ejemplo de lo que es erróneo: Cuando doy clases de latín para religiosos, veo que ellos anotan todo, todo. Pero cuando me pongo a filosofar en torno a alguna frase, estando en clase de gramática, dejan de anotar. Yo entonces los reto, y los amenazo con que voy a tomar todo lo que estoy diciendo en el examen. (Risas). Anotan sólo lo que les interesa, no se meten en el mensaje del profesor.
No debemos ser posesivos, debemos hacernos otro para comprender su mensaje. Por ejemplo: leer cosas ajenas a nuestra profesión: no encerrarnos.
Veamos y analicemos estas frases, que son moneda corriente: “Juan domina muy bien el inglés” “Sé que Ud. maneja muy bien este tema.”
El lenguaje posesivo es fruto de una mentalidad posesiva. A ese hombre no le interesa el idioma para meterse en él, y disfrutar de la buena prosa de un Dickens. Lo traduce, lo domina.
“Hacerse otro en cuanto otro” es la base de la comunicación. Hegel afirma lo contrario: “dominio de lo ajeno sobre lo ajeno”. Posesión, no conocimiento. Esto, a la larga, termina en la violencia.
Blais Pascal analizó la palabra “divertissement”, que quiere decir: “mirar para otro lado”. Para los cultores del divertissement, el cambio no es el progreso en lo mismo; el cambio es... otra cosa, otra cosa, otra cosa.
Lo contrario a eso es la presencia. “Si el hombre no avanza en profundidad, avanza para el costado, mira para otro lado”. Y nuestra “pepita de oro” es infinita, pues es imagen de El Infinito, Dios Creador. Nuestra profundidad es infinita.
El conocernos a nosotros mismos es un deber que lleva toda la vida, y ésta no siempre alcanza. “Conócete a ti mismo y sé lo que eres”. Esto es el progreso.
Cuando uno se conoce, se hace “otro”.
“Ponerse al día” no es ir a la moda, es estar conociéndonos. Así lograremos ser auténticos, sacándonos las escorias, eso que no es nuestro. ¿Cómo saber lo que es nuestro sin saber antes qué somos? Y, si quiero lo mejor para mi novia, debo saber qué es lo propio de ella. ¿Cómo descubrirlo sin antes saber lo mío? ¿Cómo pretendo mejorar al otro sin haberme esforzado por saber, metiéndome en el otro, qué lo hace mejorar? Queremos dominarlo.
Ser independiente -no depender de nadie- no significa que nos autoabastecemos. Significa estar seguros. ¿Y cómo queremos estar seguros, si tenemos una imagen falsa de nosotros mismos? ¿Cómo ser independientes?
La soberbia no es el amor a uno mismo. Es el amor a una imagen errónea de uno mismo. El recto amor a uno mismo es un principio evangélico. Si Dios nos amó, ¿cómo no amarnos? “Amarás a tu prójimo, como a ti mismo”. Si no nos amamos, no podemos amar.
Generalmente, los problemas matrimoniales, o de amistad, etc., no se deben a una falta de amor de una parte a la otra; sino más bien a una falta de amor de él a él, que lo traslada a ella, y/o viceversa.
Una persona es inagotable. “Sólo en la Eternidad sabremos qué tipo de imagen creamos de Dios, cuando lo contemplemos” (Santa Catalina de Siena).
Ateísmo práctico: el que vive la gente que va a Misa todos los domingos, y que vive la religión como si fuera algo para adentro del templo, los domingos, para curas y monjas. Y la religión es para la vida. La noción de criaturas es necesaria para la religión.