
Y a nosotros creo que para decidirnos por la bondad nos alcanza con la fe en Jesucristo -de la que necesitamos, claro, decir siempre: "Creo, Señor, pero aumenta mi fe"...- En efecto, si él, muerto y resucitado, nos asegura para siempre el amor de Dios -del que nada nos podrá apartar, ni siquiera la muerte- "tenemos las espaldas cubiertas": no hace falta buscar nuestra utilidad o seguridad, porque ya estamos en manos del Padre Dios... ¿qué malo puede pasarnos? Nos queda seguir los pasos de nuestro Maestro, dejar que él nos habite y acompañe con su Espíritu, para poder, como él, "pasar haciendo el bien".