martes, 7 de septiembre de 2021

Oda a la humedad de Buenos Ayres











Verbo de Dios, Poesía verdadera,

que compones endechas cristalinas

en la turbia agua de nuestra ribera;

tú que inspiraste con unción divina

a Don Martín del Barco Centenera,

que fue el primer cantor de la Argentina,

ayúdame a escribir hoy con donaire

mi “oda a la humedad de Buenos Ayres”.


No tienen estos versos otro empeño

que ser un acto de reparación

hacia la reina del clima porteño

aborrecida por su población,

que le suele achacar frunciendo el ceño

todas las culpas de su situación;

y por contrarrestar tantos desaires

le canto a la humedad de Buenos Ayres.


Cantarle a la humedá es cantarle al río

que antaño bautizaron de la Plata,

que en sudestadas muéstrase bravío

y en los pamperos sus aguas recata;

y a la insufrible pesadez de estío

que tantos ríos de sudor desata,

(y si es culpable de nuestros sudores

más lo será de nuestros malhumores).

 

Pero cantarle a la humedá es cantar

a todo lo que engendra poesía:

al pastito que logra despuntar

entre adoquines de una calle umbría,

a las selvas que quieren asomar

como espectros al lado de la vía,

y al charquito que en su breve laguna

traduce los mensajes de la luna.

 

Al musguito que unge los tejados

con el barniz sagrado de lo añejo,

y al temible verdín del empedrado,

y a las paredes con olor a viejo;

y a esos mil yuyos imponderados

que habitan los baldíos, desparejos,

donde feraz la pampa se da aires

de enseñorearse sobre Buenos Ayres.


A las plantas que crecen, naturales,

contra los fondos y las medianeras:

a la hiedra que oculta los tapiales,

al níspero, al ligustro, a la morera,

que, al develar los rasgos tropicales 

que en el principio la ciudad tuviera,

tapar quisieran, con piadoso beso,

los orgullosos logros del progreso.


A las guirnaldas de la enredadera

en el cableado de los arrabales,

como un arco esperando que viniera

algún santo en sus fiestas patronales...

Por estas cosas mi verso se esmera

para cantarle en octavas reales

a esta poética humedad, salud

de la malsana Capital del Sud.



Las Tunas, 8 de septiembre del año del Señor 2021