El nacimiento de un pueblo es algo demasiado grande como para caber en las estrecheces científicas de la exactitud histórica. Por eso las grandes naciones han descubierto y expresado su origen en una fundación mítica (por ejemplo, Rómulo y Remo en Roma).
Pues a mí me gusta pensar que el día del milagro de Luján es la fecha mítica del nacimiento de nuestra Patria. Nuestra historia como pueblo no empieza con la emancipación de España, como la vida de un hombre no empieza cuando deja la casa paterna. 2010 ó 2016 no son el "Bicentenario de la Patria" como hoy se oye decir, sino el Bicentenario de la Independencia.
Para 1630, más o menos cien años después de la llegada de los españoles a estas latitudes, ya había -además de indios y españoles- un buen número de mestizos y de criollos, al que se sumaba la sufrida presencia de los negros. Cuando esas líneas de la identidad estuvieron suficientemente esbozadas, la Virgen, en una imagen ella misma criolla, quiso quedarse a orillas del río Luján para manifestar que, desde adentro de esa humanidad nueva que nacía en las “Indias” australes ella quería engendrar a su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.
Parafraseando lo que dice la “rayera”, para mí lo cierto es que: “es la Virgen de Luján la verdadera fundadora de esta Patria”.
Por eso me alegro de que, como ciudadanos creyentes de nuestra Argentina,
iniciemos hoy el Bicentenario poniendo a la Patria en las manos de su Patrona.
¡Nuestra Señora de Luján, ruega por nosotros!
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