Todos los evangelistas nos transmiten -entre otras cosas- las "enseñanzas" de Jesús, las palabras y parábolas con que él hablaba del Reino de Dios. Pero entre ellos, San Lucas pone de manifiesto una primera enseñanza escondida del Maestro, una verdadera lección oculta. Se vale, para ello, de ciertas referencias a la edad de Jesús.
Cuando el hijo de María tiene doce años (cf. Lc 2, 42), ella y José lo encuentran en medio de los maestros del Templo de Jerusalén. ¿Qué hacía allí Jesús? Lucas pone sólo dos verbos: "escuchaba" y "preguntaba" (2, 46). Sin embargo, el niño, "en medio de los doctores", está "sentado" (¡como un maestro!)... De hecho, estaba dando una lección que dejaba a los demás "admirados" (2, 47). Misteriosamente, el que sólo "escuchaba y preguntaba" estaba él mismo dando "respuestas" y siendo escuchado (cf. 2, 47). ¿Qué estaba enseñando ese pequeño maestro?
La siguiente referencia de Lucas a la edad de Jesús la tenemos "al comenzar" su vida pública: "tenía unos treinta años" (Lc 3, 23). En la escena siguiente, el Señor, obedeciendo al Espíritu, es arrastrado al desierto. Aquí, cuando el diablo lo pone a prueba, aparecen las primeras frases de Jesús no hechas en forma de pregunta. En efecto, a sus propuestas, Jesús no hace más que responder lo que había esuchado de su Padre todos esos años: "Está escrito" (Lc 4, 4.8.10). Recién después de esto empezó Jesús a "enseñar" (4, 15).
Lucas parece querer hacernos entender que toda la vida oculta de Jesús fue un "escuchar y preguntar" (2, 46), un "estar en las cosas de su Padre" (2, 49) y a la vez un "estar sujeto" a María y a José (cf. 2, 51). En esto consistía el "crecimiento" del niño en "sabiduría" (cf. 2, 40.52).
¡Jesucristo se pasó treinta años "escuchando y preguntando"! ¡El Hijo del Dios Altísimo, la Sabiduría creadora de Dios hecha carne invirtió casi todo el tiempo de su corta vida no en enseñar, sino en aprender, en "crecer en sabiduría"...! "¡Qué misterio encierra Nazareth!" (Pablo VI). ¡Qué pedagogía la de la vida oculta! Ésta era la lección misteriosa que el niño-doctor enseñaba a los maestros del Templo, y esta es hoy y siempre la paradójica enseñanza que Jesús nos propone con su aprendizaje... Jesús es para nosotros el Maestro que nos enseña a aprender.
También para la Palabra hecha carne todo empieza con el silencio humilde de la escucha; también para él "el primer mandamiento es éste: "Escucha, Israel"..." (Mc 12, 29). Que el Espíritu nos contagie esta verdadera sabiduría de Jesús, que es la única que nos permite salir de nosotros mismos y amar hasta dar la vida.
5 comentarios:
Muy bueno, no tengo más preguntas.
Ud. es un lector muy pacifista, don Octavio, que sólo comenta los articulillos indiscutibles. ¿Cuándo se va a dignar armar conmigo un buen bardo rima anti-rima en mi Oda a la moldura?
En son de paz, y ¡agradecido por su visita!
Me quedo con lo último: eso de Aprender a escuchar como el camino que nos permite salir de nosotros mismos y amar hasta dar la vida.
En estos tiempos, al menos para mi, eso significa tanto como el aprender a confiar en el otro, abrirse y abandonarse a la escucha del otro.
Un abrazo,
Cris M
aunque no lo crea mi amigo, no soy un tipo de polemizar mucho. Sólo se leer, escuchar, observar y hacer mis opiniones para guardarlas en mi mente, o hasta que el vino me las robe y se las dé a otros.
No sé debatir, porque aunque nunca lo reconocí, suelo perder.
Así falta bastante para que polemice en este espacio.
Está bueno verlo así y ojalá este tiempo de "vida oculta" que te toca vivir sea un buen tiempo para escuchar y preguntar.
Abz.
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