Ayer, justo después de haber compartido la Misa y unos mates amargos y pastelitos caseros en su casa, un amigo mercedeño me llamó para darme la triste noticia de la muerte del Padre Julián Zini. Enfermo de cáncer, venía preparándose para su viaje al Cielo desde hace unos años.
El Pa'í Julián era un genio. Sacerdote de la diócesis de Goya y discípulo de su obispo Alberto Devoto, le regaló a la Iglesia de la Argentina todo su arte en el empeño de que la liturgia se nutriera de las raíces culturales de esta tierra. Asociándose con excelentes compositores, creó cientos de canciones con ritmo de chamamé, rasguido doble o valseado expresando los anhelos de su generación por estar más cerca de los pobres, ser más sencillos y humanos y mostrar así más fielmente el rostro de Dios hecho hombre. Esas canciones todavía hoy son comunes incluso en ámbitos urbanos y no litoraleños: "Qué lindo llegar cantando", "Dios Familia", "Queremos, ser, Señor" son algunos ejemplos de su enorme obra al servicio del Pueblo de Dios.
Pero sin abandonar nunca del todo esa veta, y siguiendo seguramente las enseñanzas del P. Tello -a quien tenía por maestro-, el Padre Zini comenzó a ahondar en el sepultado cauce de la cultura popular criolla de sus correntinos, descubriendo y valorando en ella la fe profundísima sembrada antaño por franciscanos y jesuítas, que había fecundado, sin eclipsar sus riquezas, el modo de ser guaraní: una cultura siempre combatida y que asombraba por su inagotable capacidad de resistir y reinventarse. Entonces se entregó con toda la seriedad de su sacerdocio al estudio de esas raíces, tanto en los libros como en el campo... Y, de acercarse tantos años a su pueblo con mirada atenta y corazón amante, nació esa capacidad única del Padre Julián para ponerle palabras a esos criollos a quienes, por haberles cortado la lengua, por haberles "podado el idioma -porque hablar el guaraní fue y es pecado, porque es cosa de menchos, guarangada-" (cf. J. Zini, "Patria chica amada") sólo sabían expresarse en el baile y el zapucai. Para musicalizar sus versos se asoció con talentosísimos jóvenes de entonces, hoy clásicos del género, que abrieron nuevos horizontes en la música correntina: fundamentalente el gringo Sheridan y Tito Gómez de Los de Imaguaré, y Mario Bofill. Desde hace décadas, el nombre del Padre Zini es sencillamente insoslayable en la cultura chamamecera, como lo es en el culto a la Virgen de Itatí (ningún devoto ignora "Peregrino de la Esperanza" o "María Itatí") o del Gaucho Antonio Gil.
Yo he visto, con mis propios ojos, a uno de esos tantos menchos desterrados en el conurbano porteño derramar lágrimas silenciosas al escuchar, desde el fondo de una plaza suburbana, los versos de "Avío del alma" en un festival. Ese día supe que Julián Zini, sacerdote de Dios para su pueblo, había logrado, cabalmente, su más querido propósito.
¡Gracias, padre Julián! ¡Que la Virgen de Itatí te reciba en su fiesta sin fin! |
Dejo uno de los últimos versos del P. Julián, y una larga entrevista, con chamamé incluido, de hace apenas unos meses, en la que no falta nada.
Cháke
¿Quién iba a decir, ch'amigo,
que algo así podría pasar?
¿Quién inventó la pandemia
y su triste mortandad?
¿La madre naturaleza
o la misma humanidad?
Pensalo, y no tengas miedo
que es la peor enfermedad.
Sí, señor, me quedo en casa,
para cuidarme y cuidar
a los míos y al que pase
la misma necesidad.
No hay mal que por bien no venga
dice un antiguo refrán,
necesito reaprender
un poco de humanidad.
Se dice y todos sabemos
en el campo y la ciudad,
que hay dos vacunas que el pueblo
tendrá que ponerse ya:
la prevención que nos mandan
y la solidaridad:
que nadie se salva solo,
te salvás con los demás.
Pero,
disculpen si desconfío
como el gallo sacuapé:
siento que me están robando
mi propio modo de ser.
Me prohibieron el abrazo,
la reunión y el ñemboé.
La fiesta y el bailar juntos,
que es prohibir el chamamé...
Por favor no se acobarden
por tanta necesidad:
salud, comida, trabajo,
familia, inseguridad...
Si el cuero es nuestro maestro
ya sabremos reinventar
un modo que nos convenga
de justicia y de igualdad.
Se dice y todos sabemos
en el campo y la ciudad,
que hay dos vacunas que el pueblo
tendrá que ponerse ya:
la prevención que nos mandan
y la solidaridad:
que nadie se salva solo,
te salvás con los demás.
Julián Zini, 2020.
GLOSARIO GUARANÍ:
¡Chake! ¡Cuidado!
Ch'amigo Mi amigo
sacuapé tuerto
ñembo'é rezo
2 comentarios:
No puedo decir que lo conocía pero... ¿no fue aquí dónde conocí "Avío del alma" de Los de Imaguaré? Como sea, gracias por esta semblanza...
Q espectacular Cris! Una reliquia estos versos!
El otro día me enteré q el Padre Julián Zini fue quien bautizó a lo hermano Martín, en esos pocos minutos de vida q tuvo, en una casa de Mercedes
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