De niño en forma fortuita
hallé tu imagen bendita
en una antigua estampita.
Desde el día que te vi
el alma te di
¿a quién sino a ti,
Virgen de Itatí?
Lleno de fervor mariano
copié esa estampita a mano
y desde aquel día lejano
te tuve cerca de mí,
y el alma te di
¿a quién sino a ti,
Virgen de Itatí?
Casi veinte años después
de aquella primera vez,
me puso Dios a tus pies,
cuando el Orden recibí;
y el alma te di
¿a quién sino a ti,
Virgen de Itatí?
a orillas del ancho río,
para regocijo mío
tu santuario conocí,
y el alma te di
¿a quién sino a ti,
Virgen de Itatí?
Lucían, enamoradas,
las flores anticipadas
de mil lapachos, rosadas,
pero tu flor yo elegí;
y el alma te di
¿a quién sino a ti,
Virgen de Itatí?
Al fin pude celebrar
una misa ante tu altar,
y al terminar de rezar,
promesero me sentí
y el alma te di
¿a quién sino a ti,
Virgen de Itatí?
Y aquel día, antes de irme,
al entrar a despedirme
te hice la promesa firme
de volver cada año allí,
y el alma te di
¿a quién sino a ti,
Virgen de Itatí?
Los años han transcurrido
y porque Dios lo ha querido
desde entonces he cumplido
la promesa que ofrecí,
que el alma te di
¿a quién sino a ti,
Virgen de Itatí?
Y la alegría es tan fuerte
cada vez que vuelvo a verte
que en zapucai se convierte,
¡y aprendí a rezar así!
El alma te di
¿a quién sino a ti,
Virgen de Itatí?
Me conmueve cabalmente
cómo te reza la gente
con esa fe transparente
que quisiera para mí…
El alma te di
¿a quién sino a ti,
Virgen de Itatí?
Sólo un pedido he de
hacerte
que en la hora de mi muerte
recuerdes con qué amor fuerte
cuántas veces dije así:
El alma te di
¿a quién sino a ti,
Virgen de Itatí?
San Miguel, 18 de mayo - Itatí, 14 de julio del año del Señor 2022
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