lunes, 20 de septiembre de 2010

Platón y la pampa de la verdad

"...Este gran celo por ver la llanura de la Verdad es que el pasto adecuado para la mejor parte del alma es precisamente el de aquella pradera, y la naturaleza de las alas por las que el alma adquiere su ligereza se nutre precisamente de él" (Platón, Fedro, 248, b-c).

Siempre me gustó, con atracción magnética, la pampa. Hay una suerte de llamado atávico, de vocación divina en el fondo de ese magnetismo.
En la llanura, contemplando el horizonte, uno puede bajar los brazos, descansar y dejar que la vista (ya no es la fatiga de la mirada) retoce sin cuidado por esa extensión inmensa. De la misma manera, puede uno aquiescerse sólo ante el panorama diáfano y despejado que nos tiende la verdad. Pero nunca dura mucho esa visión. En esta vida, el descansado horizonte de la verdad en seguida se accidenta de nubes que mellan su nítido-que-fue perfil. Gustando esa contemplación nos vamos acercando al horizonte, pero a medida que avanzamos aparecen nuevos cerros que ocultan otra vez la llanura definitiva. La verdad, es cierto, se vislumbra después de mucho subir, pero sólo se alcanza allá en el bajo, en la llanura de la humildad, que es el lugar de la comunión donde no hay ya obstáculos para el encuentro. Porque la verdad genera encuentro: la verdad es la madre del consenso, y la mejor amiga del amor.

"¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas!" (Is 40, 4)... ¿Habrá algo de cierto, algo de eso que intuía la sabiduría antigua, detrás del nombre con que me gusta llamar al Cielo que me espera: "Ayacucho eterno"?
"Ayacucho Eterno": serán los campos tendidos para siempre, serán los pastos de la verdad, será el agua pura de la vida nueva y el "Sol de justicia" que es el Cordero.
Yo sé para mí, viejo Platón amigo, que en el Ayacucho Eterno, sin carro alado ni auriga, me voy a subir en ancas de tu pingo y, juntos, vamos a galopar en la pampa madre de la Verdad... sin tranqueras.


SED DE PAMPA
"Pampa madre, peregrina de quietudes
cielo verde que repaso en la mirada..." (José Larralde)

Hundido en las piedras que cortan los vientos
ahogado en los lagos y ciego en los montes
aunque todo canta, yo no estoy contento:
mis ojos anhelan ver el horizonte.

La luz de mis ojos se choca en las piedras
y hacia el cielo sube buscando llegar
trepando murallas, como hace la hiedra,
hasta una llanura donde descansar.

Yo soy de los llanos, y también mi alma,
y el estar tan lejos me hace sentir
que, aunque sea un sueño gozar de esta calma
tendido en mi pampa quisiera morir.

Estos versos llanos, hijos de los montes,
son ríos cumbreños que quieren bajar,
y con ellos mi alma, con sed de horizonte
va abriéndose paso camino hacia el Mar.

Bariloche, 10 de enero de 1999.